Después de un tiempo de vacaciones, pues Mini necesitaba descansar al igual que nosotros, retomamos con fuerza nuestro blog, con un nuevo ronroneador invitado de la mano de Vanessa. Ella misma nos cuenta con sus propias palabras cómo fue la adopción de esta gatita que llenó su hogar de amor y alegría.
Tiza llegó definitivamente a mi vida a primeros de septiembre del año pasado, al inicio del curso escolar. Yo había tenido una gata antes, Luna, desde los 17 años, pero hace 5 años nos dejó. Vivió feliz y cuidada durante 15 años pero desarrolló diabetes y a pesar de los cuidados finalmente su organismo cada vez estaba más deteriorado y tuvimos que ayudarla a descansar. Recuerdo ese momento como uno de los más dolorosos de mi vida, pero allí estuve con ella acompañándola hasta el final. La cuestión es que durante un tiempo lo pasé fatal y no podía ni plantearme la idea de volver a tener un gato, que además para mí era casi como traicionar a mi gata. Peeeero…. los que somos «gatunos» no podemos evitarlo y hace algo más de un año empecé a planteármelo de nuevo. Cada vez echaba de menos volver a tener una bolita de pelo conmigo. Así que empecé a buscar en asociaciones de ayuda a los gatitos abandonados.
A Tiza (antes Guindilla) la vi por primera vez porque un antiguo alumno compartió una publicación en su Facebook en el que se la veía, pero la descarté porque se parecía mucho a Luna, así que seguí buscando y cada gatita que me gustaba ya había sido reservada (yo soy de gatas), y me acordé de Guindilla otra vez. Pregunté por ella y seguía en adopción así que pensé que estaba reservada para mí. Después se juntaron muchas casualidades que casi hacían que estuviera predestinada: la asociación está al lado del instituto donde trabajo, una de las socias es una madre de una antigua alumna y quien me hizo el papeleo y me llevó hasta mi gata era también una antigua alumna. Total, que salí con mi gata, que para entonces tenía 5 mesecitos, y con muchos reencuentros.
Y así llegó la pequeña a mi vida. Lo del nombre fue todo un debate pero al final se quedó con «Tiza» que además está relacionado con mi profesión (ya habréis deducido que soy profesora en un instituto, de lengua y literatura para más señas).
Tiza se adaptó muy bien a casa y la verdad es que es una gata súper buena, no sé lo que es un bufido ni un gruñido. Es muy cariñosa, le encanta echarse la siesta encima de mí y que le dé mimos, y cuando estoy trabajando disfruta subiéndose encima de mis exámenes haciendo mil monerías que al final hacen que deje el boli y me ponga a darle besos o hacerle fotos…
Ahora me tiene un poco preocupada porque tiene picorcillos y estamos intentado descubrir a qué tiene alergia, pero por lo demás es un amor, muy sociable y mimosa, quizá demasiado dependiente de mí, con mi novio se lleva genial y espero que cuando estemos viviendo juntos los tres se desapegue un poco… La verdad es que sufro cada vez que la tengo que dejar sola… ¡menudas broncas me echa cuando vuelvo! He pensado en coger otro gatito más adelante para que se hagan compañía pero es algo que estoy barajando, tendría que hablar con mi veterinaria y con mi novio, claro.
Os dejo unas fotitos de la pequeña, ya veréis qué guapa es (la cama del radiador la usó un día… ahora me dice que me suba yo…).
Desde Los ronroneos de Mini queremos agradecer a Vanessa que haya compartido su historia gatuna con nosotros. La verdad es que la entendemos perfectamente en todo lo que nos cuenta, pues también nos planteamos muchísimas veces en coger otro gatito. De igual modo, nos cuesta horrores dejar a Mini sola en casa, aunque la verdad es que es tan buena que ni nos echa la bronca. Y, por supuesto, queremos desear que se le vayan esos picorcillos a Tiza, esperemos que no tenga alergia a la tinta del boli ni a las tizas de su humana profe Vanessa, porque esta gatita ya apunta maneras a la hora de corregir textos literarios 😉 Besos a esta adorable familia gatuna. Esperamos seguir sabiendo de vosotros.
Ha quedado genial la entrada, muchas gracias chicos.
Tiza tiene menos picores, aunque lleva fatal la dieta alimentaria que le han puesto (y yo peor que ella porque me cuesta horrores no darle de las latitas que le gustan…). Aquí estamos las dos apurando los últimos días de descanso, aunque Tiza ya tiene ganas de echarse encima de mis exámenes y jugar con el boli rojo.
Un beso, ronroneadores.