Hace poco una amiga me preguntó cómo se cuidaba un gato, pues ella siempre ha tenido perros en casa, pero desconoce cómo funciona el apasionante mundo de los gatos. Recientemente se está planteando adoptar un gato, pero dudaba de su capacidad para ello. Y no me extraña, yo fui la primera que me compré un libro el primer día que me trajeron a Mini.
Esta cuestión me hizo recordar los primeros días de Mini en nuestro hogar. Hasta entonces yo tampoco había convivido nunca con gatos, es más, de pequeña les tenía alergia y esto había derivado en que me interesara más por los perros, hasta que adopté a Mini, cuando tenía unos 3 meses de vida. Cuando mi amiga me preguntó si era fácil cuidar a un gato, qué debía saber y qué diferencias había con los perros, eché la vista atrás y fui consciente de lo fácil que había sido todo con Mini desde el primer día.
1. La bandeja higiénica, una de las grandes preocupaciones iniciales. Si bien Mini venía del campo y no había usado nunca la bandeja de arena, solamente tuvimos que preparársela para que ella misma supiera que ese era «el sitio». Lo cierto es que la primera bandeja que tuvo fue una muy básica, sin gatera (agujero realizado en la parte baja de una puerta o pared para permitir la entrada y salida de los gatos.), lo cuál permitió que viera con mayor facilidad lo que había en su interior y entendiera para qué debía usarlo. Mi recomendación es empezar por ésta y, más adelante, una vez el gatito haya asimilado la rutina, si se desea, se puede apostar por la bandeja higiénica cerrada con puerta basculante. Otro día hablaremos del paso de una a otra y cómo lo hice yo con Mini.
2. Dónde dormirá. Los gatos, igual que los perros, deben educarse correctamente desde un principio, pues son animales de costumbres y que tienen memoria. En nuestro caso, Mini durmió sola en el comedor desde su primera noche en casa. Sí, lloró, pero es normal, la separas de su madre, la cambias de hogar, se siente extraña, pero enseguida aceptan que deben dormir solos. De hecho, no recuerdo que llorara más de dos noches y simplemente eran maullidos ocasionales. Un consejo, si no quieres que se te plante dentro de la cama a media noche, cierra la puerta de tu habitación. El gato es un animal nocturno y es muy difícil que se quede quieto donde le has indicado, buscará el lugar más cómodo de la casa para dormir.
3. Las uñas. Nadie dijo que sería fácil, pero todo es cuestión de educación y de un poco de empeño. El gato, desde pequeño, debe tener un rascador (mejor en vertical, otro día hablaremos de los rascadores para gatos) donde desgastar sus uñas. Asimismo, es importante que cuando el gatito intente rascarse donde no debe se le asuste, por ejemplo con un «frus frus» con agua o con un ruido molesto para él, de modo que poco a poco asocie eso que no le gusta a lo que está haciendo. Nunca se le debe pegar. Otra opción es echar repelente a los sitios más susceptibles de que el gatito se rasque y no deba hacerlo, como por ejemplo el sofá. De todos modos, es importante cortarle las uñas periódicamente con un cortador específico, no le duele y se sentirá más cómodo.
Éstos son algunos de los temas que debes tener en cuenta a la hora de adoptar a un gatito. De todos modos, lo más importante es saber que un gato es una gran responsabilidad, que si entra en casa deberás cuidar de él durante muchos años, pero si le brindas todo tu cariño, será una experiencia única.
Mil gracias por tus consejos! No se si a mi perro Kenzo le haría mucha gracia tener un gato de compañero, pero no descarto tener uno algún día… sobre todo después de ver lo sencillo que es!
Un beso guapísima! Y enhorabuena por este proyecto! 😉
Muchas gracias por el comentario Aida, ya sabes, te animo a poner un minino en tu vida 😉 Muak!