Amo salir al jardín, comer un poco de césped, buscar insectos entre las plantas, seguir con la mirada el vuelo de los pájaros y tumbarme sobre el suelo de madera para sentir cómo el sol recae sobre mi cuerpo, calentando mi suave pelaje blanco.
Sin embargo, en días como hoy, cuando el aire azota sin piedad las lámparas de mimbre del jardín, las sillas se mueven incontroladamente y el mantel se levanta a su antojo, sinceramente, prefiero quedarme en casa… Bueno, lo cierto es que soy un animal de compañía, porque hay quien dice que los gatos somos solitarios, independientes, poco cariñosos…nada más lejos de la realidad. En mi caso adoro estar en compañía, por lo que hoy me mantengo en la puerta del jardín, vigilante de cualquier sonido procedente de este despiadado aire y esperando a que mi dueña acceda a leer dentro de casa, sin embargo, parece que el último libro de Paula Bonet (Qué hacer cuando en la pantalla aparece the end) la tiene un poco enganchada.